miércoles, 2 de septiembre de 2015

La ola

¡Ola a todos! No, no es falta de ortografía, es un juego de palabras, pero es tan malo que voy a volver a empezar.
¡Hola a todos! Hoy, queridos elefantes, os traigo algo rescatado un poco del baúl de los recuerdos, escrito hace unos meses. Espero que os guste tanto como a mí. Se titula "La ola", por motivos obvios. ¡Estoy ansioso por saber lo que opináis!

Cuando abro los ojos, veo la ola.

Me encantaría decir que la veo a ella, pero sería mentir. Veo la ola, veo esa enorme masa de agua tan alta que llega a las nubes, tan terrible como un huracán desbocado. No es una ola al uso, ni siquiera obviando su tamaño. No rompe como rompe una ola, no fluye como fluye una ola. En la parte delantera - la única que veo - aparece la cabeza de un león rugiendo, luego una serpiente preparada para morder, un caballo indomable que se levanta encabritado, un elefante dando bandazos con la trompa mientras barrita, y luego vuelta a empezar, o quizás otra bestia innombrable. La fuerza de la Naturaleza - con mayúscula - está en esa ola.

Y delante de Dios hecho agua, corriendo hacia mí - huyendo de mí - está ella. Lleva un vestido blanco precioso que la hace brillar, contrastando con su pelo negro, liso y salvajemente azotado por la carrera. Cuando la veo, oigo el sonido de un muro de agua al caer, tan horrible como el anterior, pero a mi espalda. Y echo a correr.

Corro como los animales que huyen del fuego en el bosque. Corro - huyo - hacia ella, porque sé que mi única esperanza de sobrevivir a la ola es abrazarla, y bueno, si no funciona, al menos morimos juntos. Siento la arena blanca bajo mis pies. Ambos huimos a la par, cada vez más cerca... Y cada vez más cerca de la ola - de cada ola. Se agota el aliento, se queman los pulmones.

Al fin sucede. La ola nos atrapa, nos alcanza, nos coge, nos envuelve la espalda en un mar de dolor, sufrimiento, miedo, pena y muerte. Y al mismo tiempo sus brazos dulces de suave seda se funden con los míos. Y con el bello, deseado, ansiado, necesario abrazo, las olas estallan con un sonido atronador que, sin embargo, es música para nuestros oídos.

De repente, ella ríe. Es una risa clara, cantarina, que envuelve tu alma como una cuerda ata a un algolágnico, sin resistencia. Es una risa que se contagia. Yo río. Y mientras la ola se desmorona a nuestro alrededor y el agua cae sobre nuestras cabezas, reímos. Reímos como lo que somos, como dos dementes que se salvan del mismo Tártaro. Y entonces hablo, recalcando la obviedad.

-Hemos sobrevivido.

-Ese es el verdadero significado del amor.

Y entonces ella se acerca para besarme, y yo me despierto, y vuelvo a intentar dormirme para encontrarme con ella, para que el amor nos salve a las dos del resto de nuestra realidad.

5 comentarios:

  1. Me ha matado lo del león rugiendo
    Un saludo elefun

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  2. Adoro como escribes...
    Y pues nada, solo comento para decirte esto jaja
    Te quiero :)

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  3. Buongiorno Elefun. Estoy profunda y dolorosamente enamorada de este relato. Dolorosamente por el simple hecho de que no subes mas. No sé me ocurre nada mas que comentar, so bye bye.
    Pd. ¿De dónde has salido? La reflexión mas profunda a la cual llega cualquiera de mis amigos (chicos) es el tiempo que tardan en tirarse un eructo tras una cocacola. En fin, adoro tu relato.

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    Respuestas
    1. Supongo que he salido del vientre de una madre elefante. ¡Gracias! Un saludo :-D

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