viernes, 2 de enero de 2015

Atlanta II

Julia, María y el señor Carroll bajaron del aerotransbordador. Alicia lo llevó hasta el hangar mientras ellos recorrían la zona de llegadas. María – Mer, Julia, la llamábamos Mer en el colegio – y Lewis charlaban animadamente, pero ella seguía pensando en lo que habían visto desde el aire.

La mayor parte del viaje había sido montañas, bosque y aldeas sueltas. Ninguna lo suficientemente importante como para que Julia recordase su nombre. Pero al llegar a Atlanta, el paisaje había cambiado. Y mucho. La Atlanta de su niñez había sido una ciudad con bastante población, algo menos de 8 millones de personas, en la que se podía separar el centro histórico, donde vivía la burguesía, de un ensanche construido alrededor para las viviendas de la gente de menos recursos y la industria. Además, cerca de la ciudad pero alejado lo suficiente como para considerarlo en las afueras, al otro lado del río Eleanor, estaba el Palacio del Elefante, con sus enormes jardines: la residencia de los dos primeros Líderes que el tercero había cambiado por el rascacielos en el que le habían volado la cabeza.

Ahora ya no. En 12 años, la ciudad se había vuelto un caos. Había leído algunas noticias sobre su rápido crecimiento, pero aquello no era crecimiento. Era un absoluto desmadre. Podía decirse que a la ciudad de su infancia le habían salido tumores, enormes barrios marginales con chabolas e industrias por doquier que llegaban tranquilamente hasta el río Eleanor, pero curiosamente se desparramaban contra él en lugar de cruzarlo. El tráfico era infinitamente mayor, así como la contaminación. No se veía una sola zona verde. Preguntó al señor Carroll el número de habitantes de la ciudad y la respuesta la dejó helada. 80 millones de personas. Más de 70 se apiñaban en aquellos barrios insalubres. Julia se quedó horrorizada.

Para su sorpresa, vio que el aerotransbordador se dirigía al Palacio del Elefante. Este también había cambiado. Pero para bien. Cuando ella era pequeña, era solo un complejo palaciego abandonado y sin mantenimiento. Los jardines parecían casi una jungla. El edificio seguía siendo imponente, pero sin duda no alcanzaba todo su esplendor.

Ahora sí. El nuevo Líder había restaurado y ampliado los jardines, triplicando su extensión. Había repintado el edificio, reparando el tejado y asfaltado los caminos. Pero eso no era todo. Ahora, en el recinto – que Carroll llamaba “El Complejo Elefante” – había una veintena de nuevos edificios. Si bien el palacio era el mayor, y el más hermoso (a Julia le gustaban particularmente los balcones y ventanales), los otros no se quedaban cortos. Estaban construidos en el mismo estilo, un arte moderno y vanguardista con infinidad de cristaleras y paredes blancas, a diferencia del Palacio del Elefante, con su estilo neobarroco. Lo único que los diferenciaba era el color de los cristales de una aguja que sobresalía del tejado. Había una roja, una morada, una azul cielo, una amarilla, una verde esmeralda, una rosa, una naranja, una fucsia, una blanca, una negra, una marrón, una gris claro, una azul marino, una mostaza… El recinto también albergaba un enorme aparcamiento, un aeropuerto con tres docenas de hangares, un mirador desde el que se contemplaban la ciudad y sus alrededores, un cuartel militar, las oficinas del CSP y un muelle para yates. A todo el complejo se accedía por más de cincuenta puentes que lo conectaban con la ciudad, o por alguna de las cinco autopistas que llegaban desde otros lugares.

-Impresionante, ¿verdad? – le dijo Lewis. – Todo esto ha sido levantado en un año, desde que el antiguo Líder falleció.

-Impresionante, sin duda. Como el boom de la ciudad.

-El Líder tiene un plan para solucionar ese problema, señora. Y ahora les pido por favor que se preparen para el aterrizaje.

Y allí estaban, en el aeropuerto del Complejo Elefante. Un lugar espectacular, construido en el mismo estilo que los nuevos edificios, algunos de los cuales eran visibles a través del techo de cristal. Carroll los acompañó hasta la entrada, donde una limusina las esperaba. Él volvió a entrar.

-Les ruego me disculpen, señoras, pero debo viajar ahora a Miami. Alguien tiene que avisar a los Salvatierra. Ha sido un placer viajar con ustedes.

-Igualmente. Buen viaje – dijeron al mismo tiempo Mer y Julia, y ambas rieron. Luego se acercaron a la limusina, y Julia estaba montando cuando oyó una voz resonando en el hall de entrada del aeropuerto.

-¡JULIA! ¡JULIA PRIETO! ¿SALES DE MACON Y NI SIQUIERA ME LLAMAS?

Julia se echó a reír. Laura Novelli. De pequeñas habían sido íntimas amigas, y era una de las pocas personas con las que aún tenía relación. Los Novelli habían acabado en Tampa, junto a los Palacios, con los Neville (unos nativos) como casa dominante. Julia corrió a abrazarla, y Mer salió del coche y la siguió.

Después de un abrazo y un breve reencuentro, Laura les dijo que aquella era también su limusina. Al parecer el agente King, que la había traído a ella, volaba ahora a Raleigh con los de Diego.

Tras un breve aunque divertido trayecto durante el cual Laura (llamada Loga), María (llamada Mer) y Julia (sin apodos no denigrantes aún) se pusieron al día de sus vidas, el chófer (otro agente del CSP, Tolkien) las dejó en la puerta del Palacio del Elefante. En la puerta les esperaba un agente más, un hombre ya de cierta edad y regordete llamado George Martin, que las escoltó a través del edificio. Por el camino vieron que las paredes del Palacio estaban adornadas con infinidad de cuadros, tapices y esculturas, todas obras de arte antiquísimas y de un gran valor. En el camino se cruzaron con más criados y agentes, hasta llegar al ascensor.

Martin lo llamó y el ascensor número diecisiete de los ochenta que había en el edificio apareció. El agente pulsó el botón del cuarto y último piso.

-Se me ha solicitado que las deje en el despacho del Líder Supremo. Sin embargo, éste se halla en una zona de seguridad tres, a la que sólo pueden acceder agentes de su equipo personal de seguridad…o españoles. Al salir del ascensor, todo recto y luego a la derecha. Es la puerta doble de color rojo.

-Muchas gracias, agente Martin – le dijo Loga. Julia asintió para mostrar su aprobación, y al bajar del ascensor siguieron sus indicaciones. No fue necesario pasar por ningún tipo de control: los rasgos de las tres mujeres bastaban y sobraban como identificación. Al llegar a las puertas rojas, Mer se adelantó para llamar, pero no fue necesario. Inmediatamente un agente armado con un fusil y dos pistolas a la cintura les abrió la puerta, y les señaló unas butacas y una mesa. Allí no había ningún despacho. Más bien era una sala de espera.

-Parece que toca esperar – dijo Mer.

-¿Por qué creéis que nos ha llamado? Tengo la corazonada de que es para algo bueno, pero… ¿Por qué?

-Yo estoy segura de que tiene que ver con el asesinato de su padre. Por cierto, no es por preocuparos, pero desde que llamaron a Eloy, no ha vuelto a aparecer por Tampa. ¿Y si…?

La puerta de la sala se abrió y dos agentes tan acorazados como el que les había abierto entraron. Uno de ellos se adelantó.

-Señoras Prieto, Abella, Novelli…por favor, síganme. Soy el Agente Especial del CSP Nueve. Las llevaré con el presidente.

Las tres se levantaron al unísono. Al salir al pasillo, vieron a una mujer de su edad, con vestido rojo y pelo negro, que llevaba a dos secretarias cargadas de papeles y dos agentes detrás. Al pasar junto a ellas, las miró y las saludó con una sonrisa, gesto que las tres devolvieron.

-Es Belén Sánchez-Centeno. Su familia fue la única que permaneció en Atlanta con el antiguo Líder – susurró Loga. – Vino con nosotras a clase, ¿os acordáis? Ahora es la directora del CSP y de los servicios de información, Portavoz del Gobierno y Secretaria de Estado de Presidencia. Fue elegida el mismo día de la coronación. Es probablemente la mujer más poderosa del país en este momento. Por delante de la Primera Dama, incluso. Hay un rumor que dice que es la hermanastra del Líder, pero no me lo creo.

Julia tuvo repentinamente un fogonazo dentro de su cabeza. Se acordaba de ella. Sus padres habían sido íntimos durante muchos años. De lo que no se acordaba era de aquel rumor, aunque tampoco la sorprendía. Que su marido le era infiel con una criada era un rumor extendido en Macon. Y también una mentira, porque las criadas sólo trabajaban en casa cuando él no estaba. Por si acaso.

Los agentes estaban llevando a Julia y compañía hasta el final del pasillo, pasando varias habitaciones con las puertas cerradas. Una vez terminado el recorrido se encontraron con unas puertas negras dobles de dos metros de alto, custodiadas por cuatro agentes armados con pistola y sable láser. Los dos escoltas se retiraron y uno de los agentes abrió la puerta. Desde el interior salió una voz masculina muy familiar.

-María Abella, pase, por favor.

Mer entró directamente a la habitación. Un cuarto de hora después, amenizado con una charla sobre los cambios que Atlanta había sufrido, la puerta volvió a abrirse. Pero Mer no salió.

-Laura Novelli, entre, por favor.

La puerta aquella vez tardó menos en abrirse. En diez minutos, que Julia empleó hablando con los guardias sobre el funcionamiento del CSG (el saber no ocupa lugar), la puerta se abrió de nuevo. Tampoco Loga salió. Un escalofrío recorrió a Julia.

-Julia Prieto, adelante, por favor.

Las puertas del despacho del Líder Supremos se cerraron tras ella.

4 comentarios:

  1. Escalofriante. Jajajaja xD

    ¡Ay, cómo me gusta ir reconociendo a los personajes! Y ver a más de un afamado escritor suelto entre párrafo y párrafo xD

    El Líder me da miedillo. Y eso que no ha salido. Pero no sé... tanto misterio resulta un tanto terrorífico xD

    Me ha encantado la descripción del Palacio del Elefante (cuyo nombre, por cierto, enamora). Casi podía verlo, tan inmenso y majestuoso, rodeado por edificios rematados con picachos de cristales coloridos, todo emanando suntuosidad... impresionante.

    ¡Espero el próximo capítulo!

    Un abrazo,

    MA.A

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  2. Coincido totalmente con MeriAnne, el Palacio del Elefante me ha dejado totalmente alucinada, que hermosa descripción has conseguido.
    ¿Qué querrá de ella el Lider?
    Esperando al siguiente capítulo con muchas ganas
    Un besazooo
    Lena

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  3. ¡¡Gracias a las dos, me sacáis los colores!!
    El Palacio del Elefante TENÍA que llamarse así. Y el Líder... ¡Sorpresa sorpresa!

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  4. Hola!! Como ya sabes, la historia de Atlanta es mi preferida con diferencia, me encanta la narración, la trama, los personajes, las descripciones... En serio, creo que lo estás bordando ^_^
    Y, yo también coincido con Meri y con Lena, el Palacio del Elefante es asombroso y me encantaría poder verlo, tocarlo y disfrutarlo. (Ojalá existiese un lugar así...)

    Besos y sigue escribiendo!!

    Lurei Book

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